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El 13 de enero de 1972, Juan Cruz Ruiz firmaba en el periódico El Día un artículo en el que daba la noticia de la próxima inauguración del edificio de la Delegación de Santa Cruz de Tenerife del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, al mismo tiempo que hacía votos para que dicho acto no fuese como "las flores de un día". Y con este evento se inauguraba también una exposición homenaje a José Luis Sert, en donde unos sesenta pintores de España reunieron obras originales como homenaje al arquitecto catalán residente en Boston.
Afortunadamente, aquellos dos acontecimientos no fueron flores de un día y, en la actualidad, la sede tinerfeña del COAC conserva y potencia esos efluvios culturales con los que nació a principios de los setenta, a raíz de que un grupo de arquitectos pensara construir un edificio para la Delegación provincial.
De esta forma, después de varias sesiones, cinco técnicos: Javier Díaz-Llanos La-Roche, Vicente Saavedra Martínez, Luis Cabrera Sánchez-Real, Rubens Henríquez Hernández y Fernando Isidro Henríquez, elaboran el anteproyecto definitivo del inmueble, el cual, finalmente, será proyectado y dirigido por los dos primeros. El arquitecto Federico García Barba describe en el número diez de la revista Basa, en un ensayo sobre la arquitectura de Saavedra y Díaz- Llanos, las líneas maestras del edificio: "La sede del Colegio de Arquitectos abre un período nuevo de la obra de estos arquitectos donde definitivamente se abandonan los modelos formales de la arquitectura del Norte de Europa para pasar a inspirarse más directamente en los modelos de la arquitectura británica de posguerra, en concreto, de las obras englobadas en lo que se ha denominado Estética del Brutalismo, que se desarrolla en Inglaterra a partir de los presupuestos anticipados por Le Corbusier en sus pequeñas casas en Neuilly Sur Seine, las Maisons Jaoule.
En este edificio se sigue el criterio de la diferenciación formal en respuesta a los diversos usos. La circulación es el elemento compositivo fundamental que aglutina y estructura las diversas partes del edificio. Cada una de las dependencias es sometida a las pautas ideales que parecen derivarse de su uso, constituyéndose en elementos autónomos conectados por la torre de circulaciones.
La sala de actos en voladizo, el bloque de oficinas, el espacio para exposiciones bajo la plaza son volúmenes autónomos que se conjugan de una manera casi escultórica.
La Facultad de Ingeniería de Leicester de Gowan y Stirling de 1963 es una cita obligada, como canon que marca las ideas rectoras del proyecto de la sede de los arquitectos en Tenerife. Sin embargo, el lenguaje es netamente particular surgido de un amplio cúmulo de arquitecturas afines en el uso del hormigón y que parte de toda su experiencia anterior. El Colegio de Arquitectos, sin lugar a dudas, es su obra más personal y quizá, por ello, la que más interés despierta con el paso de los años".
Más recientemente, en la Guía de Arquitectura Contemporánea de Tenerife 1962-1998, Gabriel Ruiz Cabrero, catedrático de Proyectos Arquitectónicos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, también tiene palabras para la sede de la Demarcación:
"El edificio alza unos volúmenes serios y potentes, aunque sin arrogancia, atendiendo a la fuerza tremenda del lugar. Se sitúan entre el bello gesto urbano de las ramblas que conducen la ciudad hacia el mar y una trasera de geografía poderosa de barrancos y montañas pedregosas, explicando a los ciudadanos que la arquitectura es capaz de interpretar tanto el lugar como las funciones que alberga. Una plaza abierta al monte y a las ramblas que se integra en el sistema urbano dando una pauta, que luego han seguido los arquitectos de Santa Cruz: esculturas y arquitectura en la calle".
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